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miércoles, 19 de octubre de 2011

El fenomeno de los despoblados

Debido al fenómeno de despoblación que han sufrido las zonas rurales de nuestro país, hoy podemos encontrar cientos de pueblos abandonados o casi despoblados a lo largo y ancho de toda la geografía peninsular. En muchos de estos casos poseen edificaciones de cierta importancia artística e histórica, especialmente en iglesias o casonas de varios siglos de antigüedad. Buscando nuevas posibilidades, los jóvenes dejan el campo y sus labores con la esperanza de encontrar en la ciudad una vida mejor y más cómoda. Por lo tanto, mientras las ciudades crecen a un ritmo vertiginoso, muchos pueblos quedan completamente vacíos. En España hay regiones donde encontramos mayor densidad de pueblos abandonados: Asturias, Castilla-León, La Rioja, Galicia… son algunos de los ejemplos más claros. El futuro de estos despoblados es incierto, ya que muchos de ellos acabarán completamente derruidos y olvidados sin posibilidad de reconstrucción. Otros por el contrario pretenden ser repoblados mediante diferentes iniciativas y fines. Algunos de estos proyectos de repoblación y restauración tienen un carácter oficial y un presupuesto concedido por el gobierno, sirva como ejemplo las localidades de Granadilla en Cáceres o Búbal en Huesca.
Otros pueblos abandonados tienen dueño, es decir, tanto sus terrenos como sus casas fueron adquiridos legalmente por uno o varios particulares. Algunos de estos pueblos están a la venta, como el Rebollal en Asturias, esperando a convertirse en reclamos turísticos, casas rurales o simplemente lugar de descanso de familias privilegiadas. También se da el fenómeno de la ocupación rural, muy similar al que se da en las ciudades, básicamente consiste en ocupar ilegalmente una propiedad abandonada que pese a tener dueño permanece en muchos casos olvidada y desaprovechada. Pero las iniciativas de repoblación no terminan aquí. Existen muchas organizaciones dedicadas exclusivamente a la rehabilitación de pueblos abandonados. Los proyectos son muchos y muy diferentes entre sí, algunos de ellos exigen a sus componentes ciertos principios éticos y la aceptación de normas para ser aceptados en la comunidad (en su mayoría relacionadas con un compromiso ecológico). El inconformismo que caracteriza a los hombres se hace patente en los jóvenes que un día dejaron el campo idealizando la ciudad, hoy muchos de sus hijos o nietos, abandonan las ciudades para regresar a la vida sencilla del campo, quizá también en cierto modo idealizada.                   

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